Los impuestos al consumo (o indirectos) representaron el 57% de las recaudaciones realizadas por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) durante el 2015. Para ese mismo año, los impuestos a la renta y al patrimonio (o directos) representaron el restante 43%. En ese año, las recaudaciones de la DGII representaron el 73% de los ingresos fiscales, aportando el monto restante la Dirección General de Aduanas (22 %) y la Tesorería (5 %).
Con relación al 2014, la participación de los impuestos al consumo en las recaudaciones de la DGII correspondientes al 2015 refleja un incremento de 3 puntos porcentuales. En ese penúltimo año, los impuestos al consumo representaron el 54% , mientras que en 2015 fue el 57%.
El incremento de la participación de los impuestos al consumo refleja una mayor inequidad tributaria en el país, consistente en que los pobres pagan más impuestos que los ricos.
Ayer lunes, la DGII publicó su boletín correspondiente al primer mes de 2016. Pero las informaciones corresponden a los ingresos recaudados en eneros sobre las operaciones de realizadas durante diciembre del año pasado. En este reciente informe, los impuestos al consumo representaron el 54% de los ingresos.
En un estudio divulgado por Oxfam Internacional en septiembre de 2014, titulado “Justicia fiscal para reducir la desigualdad en Latinoamérica y el Caribe”, esa entidad afirma que “la pobreza y las desigualdades son evitables y no caen del cielo”, y explica que al igual que en América Latina, una estructura tributaria regresiva e inequitativa recrudece la injusta concentración de los ingresos y la riqueza.
Detrás de una insuficiente recaudación está el sesgo hacia los impuestos indirectos, y el desequilibrio en el esfuerzo fiscal que asumen los distintos actores económicos, afirma.
La preminencia de los impuestos al consumo persiste en República Dominicana, pese a las repetidas reformas tributarias que desde el inicio del milenio han realizado los Gobiernos dominicanos, empujados por el propósito de financiar los déficits fiscales que en sus gestiones crean.
En su informes “Iguales”, publicados en octubre de 2014, Oxfam cuenta la historia de Bernarda Paniagua, vendedora de queso, que vive en Villa Eloísa de Las Cañitas, una de las zonas más pobres de República Dominicana. También cuenta la historia de Víctor Rojas, que vive en una de las zonas más ricas del país y que es el director de una prestigiosa empresa.
Al comparar ambas vidas, Oxfam observa que Bernarda destina un porcentaje mayor de sus ingresos que Víctor al pago de impuestos indirectos.
Sin embargo, mientras que los habitantes del barrio de Víctor pueden permitirse pagar a sus hijos la mejor educación, de modo que en el futuro sus niños puedan aspirar a buenos empleos y a un futuro próspero, “el panorama no es tan prometedor para los hijos de Bernarda”, dice Oxfam.
En el informe explica que Karynely, la hija mayor de Bernarda, no puede seguir estudiando, ni tampoco conseguir un buen trabajo, porque carece de los conocimientos informáticos necesarios, ya que en su colegio no había ningún ordenador.
Y esto le pasa a Karynely, a pesar de que su madre paga más impuestos (por su consumo), con relación a sus ingresos, que los que paga Víctor, por su riqueza.
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